sábado, 4 de agosto de 2012

De pavos reales

Entre los primeros recuerdos que tengo de los pavos reales está el estampado de uno en los pai pais que mi padre tenía decorando la pared de su habitación. El animal es prodigioso por sí solo, pero el entusiasmo enorme que pone mi padre a todo lo que nos descubre contribuyó a que enseguida comenzara a considerarlo excepcional.

También me acuerdo de alguna pluma de verdad que sus hermanas lucían en un jarrón de su casa en Valladolid, posiblemente recogida en el Parque Grande, donde los pavos campaban a sus anchas. Igual que en la Finca Altamira de Santander, donde me gusta recordar que jugábamos rodead@s de ocas, pavos y otras aves.

Mi padre no exageraba cuando nos explicaba lo hermosísimas que son las plumas de este animal, con esos verdes, azules y dorados tornasolados y el penacho -que no cola- que forman. Su utilización como motivo de bisutería, arte y objetos de decoración varios siempre ha tenido su espacio entre mis preferencias estéticas.

El otro día, viendo el irregular clásico de terror de los 80, House, fui de nuevo y con más fuerza consciente de lo mucho que disfruto contemplando sus diversas representaciones. En la película, cuando el protagonista subía y bajaba las escaleras de la casa, incluso cuando el zombi compartía plano con esa preciosa vidriera de un pavo real, yo sólo me fijaba en ella. Hasta tal punto que una idea caprichosa se ha apoderado de mí y es que quiero una. Esa, para más inri. Si algún día consigo tener una casa a mi gusto, éste sería el detalle definitivo, el que la mejoraría y personalizaría del todo.

Lo más gracioso es que el día siguiente de hacer público mi capricho, me crucé con este escaparate, que me hizo pensar al instante en pavos reales (abstractos) por su color y disposición.
  
Y claro, terminé teniendo un sueño relacionado con el tema.
En el corral de la casa del pueblo, varias personas manipulan lo que a mí, desde la distancia, me parece una oruga gigante. Su visión me provoca muchísimo asco, que expreso en voz alta. Por eso alguien me replica que no es ningún gusano, sino un pavo real. Que si no sé que el cuello es así de largo antes de juntarse con la cola y las plumas. Y que hay que manejarlo con cuidado y recogerlo, porque si, no se mueve demasiado y no para de encogerse y estirarse. Así que tratan de controlar el cuello y sacarlo de allí. El cuello de un pavo real, con su cabeza, que repta, arrastrándose por el suelo, con un movimiento que le hace parecer un gusano gigante, sólo que de ese azul precioso y casi imposible del que tienen los pavos reales el cuello.

2 comentarios:

  1. Si te gustan los pavos reales deberías echarle un ojo a una de mis mejores fotografías, esta concretamente:

    http://www.flickr.com/photos/lasfotografiasdepaula/5670407633/in/set-72157625408683398/

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