sábado, 17 de diciembre de 2011

Mi última sorpresa en YouTube: VJ Pogo

Últimamente, en Youtube, estoy encontrando (o siendo encontrada por) vídeos muy interesantes. 

En realidad, desde que conocí a Garfunkel & Oates, hace ya varios años, ha sido un no parar. Este dúo de chicas entre lo musical y lo humorístico fue uno de los primeros fenómenos cuya evolución me pareció digna de seguir a través de la página. Y música y humor son precisamente los dos géneros a los que me declaro más adicta en esta web, juntos o por separado.

Youtube sustituye para mí los programas de videoclips que ahora prácticamente han desaparecido de la pequeña pantalla. Y, por otra parte, es una fuente inagotable de pequeños (o grandes) momentos desternillantes. 

La nueva ‘tele’ es más interesante porque en ella prácticamente todo tiene cabida. Con esa premisa, es imposible que no contenga mucha porquería, pero es precisamente su manga ancha la que permite también que podamos disfrutar de rarezas que no tendrían espacio en las televisiones al uso.

Sin esta plataforma, quizá no habría accedido tan fácilmente a la música de algunos de mis grupos y solistas favoritos de hoy en día, como YelleShe & Him o Eliza Doolittle, de quienes en España apenas se oye hablar. O quizá nunca me habría partido de risa al compartir con Rafi y Fali sus reflexiones o con algunos padres momentos estelares de sus hijos, cuando éstos no provocan vergüenza ajena, que de eso también hay mucho. 

Personalmente, no me queda ninguna duda de que YouTube está repleto de talento y de que como base para hacer descubrimientos en estos ámbitos actualmente no tiene parangón. El último y más sorprendente para mí, Nick Bertke, más conocido como VJ Pogo y su capacidad de reinterpretar obras existentes mediante la edición. Este australiano veinteañero convierte películas clásicas y no tan clásicas en piezas breves de música dance. Sin ofender a los fans de las originales. O al menos a mí, que se ha atrevido con


 y obras de Disney como

   

El resultado es admirable. No sólo por la paciencia, observación y sentido del ritmo que demuestra en cada pieza, sino también por la armónica mezcla del sabor retro de muchas de las imágenes con un sonido totalmente contemporáneo.

martes, 29 de noviembre de 2011

Santos Zunzunegui en Santander

"[…]. Contactos, con vacíos y elipsis intenta definir un ámbito, un lugar espacio-temporal, el mundo que habitan los protagonistas, vaciado de narración, convertido solo en entorno físico, vivencial, existencial"
(Paulino Viota, revista Vértigo, nº 13/14, 1998).  

   Si me dicen el triste día de mi última clase con Santos Zunzunegui en la Universidad del País Vasco que lo tendría años después en la Filmoteca de al lado de mi casa hablando de una de sus incursiones en el mundo del cine, me hubiera costado bastante creérmelo. Aunque Bilbao y Santander no distan mucho (kilométricamente hablando), desde entonces he sentido que no resultaría fácil volver a sumergirme en el apasionante universo del responsable de la exacerbación de mi gusto por el Cine, la Narrativa y la Semiótica durante mis años universitarios.

   Santos Zunzunegui es catedrático de Comunicación Audiovisual en la UPV-EHU y un teórico de la Imagen imprescindible a nivel nacional. Sin embargo, sus esfuerzos creativos también han dado que hablar. El pasado 2 de Noviembre, la Filmoteca de Cantabria proyectó el film underground Contactos (Paulino Viota, 1970), contando para su presentación con Zunzunegui, que se inició como guionista en el mismo, junto a Viota. La programación de tal película formaba parte del ciclo “Oteiza y el cine”, que la institución organizó en colaboración con el Museo Reina Sofía y que buscaba contextualizar el trabajo del escultor Jorge Oteiza (1908-2003) a través de su relación con el cine.

   Los autores compartieron con el público asistente sus recuerdos y opiniones sobre la película al terminar la proyección. Al principio de la velada incluso hicieron una apuesta, divertidos, ante sus discrepancias acerca de si alguien querría saber algo más o expresar en alto su opinión tras ver Contactos. Finalmente, en parte empujados por alguna tímida pregunta proveniente de la sala y en parte motu propio, pasaron un buen rato de diálogo con el público.

   Así, explicaron que la impugnación que buscaba Contactos era múltiple. No sólo quería expresar una obvia disconformidad con la ideología franquista de la época, sino también con el cine clásico, que, recordó Zunzunegui, cuenta historias que permiten la evasión, que sacan al espectador de su vida para perderse en ellas, ocultando siempre el proceso de realización. Santos destacó el momento más significativo de la cinta en este sentido: un plano de dos minutos, el tiempo que tarda un personaje en dar la vuelta a una manzana. La coincidencia de tiempo real y tiempo del relato, sin ningún tipo de elipsis, resume, para él, la película. El final es abrupto (con una mirada a cámara) y no aparece nunca la palabra Fin, dejando claro que la historia podría continuar hasta el infinito.
Fotograma de Contactos
      En Contactos, la búsqueda de una reacción del espectador y las ganas de hacerle consciente de la ficción son constantes. Por ello, la cámara está donde no se supone que debería estar y no está donde se supone que debería estar, dando lugar a encuadres molestos. También por eso tantos planos largos, que reflejan pesadamente el trabajo de los personajes que trabajan como camareros, quienes apenas pueden disfrutar de su ocio y hablan quizá de ese robo de tiempo que operaba el Franquismo sobre las gentes que lo vivieron.
 
   La influencia de Oteiza se hace patente en la utilización de planos secuencia de diferentes duraciones, todos montados al corte. El escultor, durante su proceso creativo, buscaba una figura parecida a la escultura que tenía en mente y con apenas tres golpes conseguía la forma que deseaba, sin excesiva elaboración por su parte. Viota consideró que existe una cierta simetría en la obra: la que conforman dos largos planos colocados simétricamente que para él son sus dos columnas vertebrales.

   Zunzunegui y Viota trataron también el tema de la retroalimentación de obras, dejando claro que no solamente La Diligencia (John Ford, 1939) influye en Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941), sino que también ocurre a la inversa, ya que el visionado de la segunda ayuda a entender mejor la primera. Chocaron sus opiniones a la hora de considerar si los jóvenes de hoy están preparados para Godard y si disfrutan de su cine a causa de la influencia de la nouvelle vague en tantos cineastas actuales.

   En cuanto a los autores underground españoles de los setenta, el catedrático vasco consideró que la mayoría no habían perserverado en su empeño excepto quizá casos aislados como el de Ricardo Franco. Viota entonó el mea culpa y reconoció que la cercanía de Zunzunegui quizá le habría estimulado a seguir por el mismo camino en el resto de su filmografía.

   Criticó la cinefilia imperante en programas como Qué grande es el cine, en el que, según él, se limitaban a sentarse para alabar las bondades de las películas y contar anécdotas del rodaje y también en escenas como la de You're the one (José Luis Garci, 1995) en la que los dos bandos de la España franquista, se juntaban pacíficamente en un pueblo para ver la misma película. Y es que, como recordó Santos, el cine no lo puede todo.

lunes, 18 de julio de 2011

De los cuatro rumanos

Estábamos sentados en las escaleras de Cañadío, como tantas otras noches.

A nuestro lado, un par de escalones más atrás, cuatro rumanos disfrutaban de la plaza a su manera.

Yo, al principio, recelosa y desconfiada como suelo ser, ni siquiera les miraba. Éstos sí, claro, les gusta más el jaleo que a un tonto un lápiz.

Tras un rato de cercanía, de convivencia pacífica, me relajé y comencé a observarles con atención.

Uno, El Rubio, el primero en el que reparamos, delgado, ebrio a más no poder, había estado solo un rato mientras sus amigos se reían, le grababan con sus teléfonos y le señalaban por su obvia y monumental borrachera.

El Mayor, con aspecto de patriarca del grupo, podría haber sido el jefe de una tribu gitana española: collar, pulseras y anillos de oro componían su atuendo.

Juraría que El más Joven del grupo era su hijo, aunque solamente por su cierto parecido físico.

El cuarto, El más Discreto, parecía también el más prudente. Con él es con quien menos hablamos.

El interés de su noche estaba en El Rubio. No paraban de carcajearse por su comportamiento: se reía estúpidamente, cantaba formando un verdadero escándalo, exclamaba palabras ininteligibles cada vez que pasaba cerca alguna mujer mínimamente atractiva, se levantaba continuamente para hacer sus necesidades en El Rincón e incluso llegó a desaparecer durante un tiempo, visiblemente ofendido por las chanzas de sus compatriotas, para volver al cabo de un rato.

Los cuatro hablaban bien español y mejor nos entendían. El Joven se empeñaba en cogerle la oreja al Rubio mientras me decía que para él era como un perro. Todo esto al beodo le causaba mucha risa. El Mayor nos explicó que ambos se conocían desde niños y que su relación era muy especial, por lo que El Rubio se lo permitía todo al Joven.

No hablamos de por qué estaban en España, cómo aprendieron el idioma, si estaban casados o dónde vivían. Pero el rato que compartimos aquella noche en una abarrotada plaza de Cañadío pasó a ser un curioso recuerdo.

domingo, 8 de mayo de 2011

Give a little

Que conste que a mí siempre me encantaron. Desde aquella primavera de 1997 en la que tres melenas rubias se movieron al ritmo de Mmmbop por primera vez ante mis ojos. Después de la presentación correspondiente de Fernandisco durante esa media hora de videoclips que emitía en abierto Canal+.

Y aunque haya quien piense que desaparecieron tras su primer disco, lo cierto es que no han parado. Después de unos años de ausencia debido a los problemas con su discográfica, los hermanos rehicieron sus carreras bajo 3CG Records, un sello independiente. Algún proyecto musical paralelo y varias iniciativas humanitarias han ocupado estos 14 años, durante los que, como acostumbran desde el principio de su vida musical, se han responsabilizado de la composición, los instrumentos y las voces de los temas que completan los quince discos de su discografía.

Siempre he tenido la sensación de que cuando digo que me gusta Hanson, la gente espera una justificación. Como si formaran parte del grupo de los guilty pleasures. Como si fuera algo vergonzante admirarlos, como si los chicos no tuvieran calidad suficiente, como si esas legiones de fans que arrastran y el éxito de crítica que siempre han cosechado surgieran por generación espontánea.

“Alegre”, “sano”, “energético”, “dulce” o “inocente” son calificativos que recibe a menudo su pop y el nuevo y pegadizo single de su disco Shout it out lo refrenda. Están mejores que nunca. A mí me han vuelto a conquistar.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cosas de brujas

Ayer por la tarde aproveché la oportunidad de acudir a una conferencia "sobre Los 80" a cargo de Lolo Rico, la periodista que dirigió La Bola de Cristal y La Cometa Blanca y escribió los guiones de otros espacios infantiles como Un globo, dos globos, tres globos o La casa del reloj.

La Biblioteca Central de Cantabria ha tenido a bien organizar durante la primera quincena de marzo una programación dedicada a la citada década, ofreciendo, entre otras actividades, proyecciones de películas realizadas entonces, una exposición de juguetes, objetos e imágenes de la época y, para finalizar, una charla con Rico, una de las figuras que, aunque mucha gente no conozca, marcaron la televisión de los 80.

Lo primero que llama la atención al escucharla es su discurso tembloroso, tímido e incluso entrecortado en ocasiones, con los lapsus de memoria lógicos para una mujer que nació en el 35. Y es que esa había sido siempre mi sensación al verla anteriormente en entrevistas, con su pelo gris y su discreta sonrisa, la de estar ante una mujer amable, visiblemente culta e inteligente, pero de quien, de no conocerla, no esperaríamos ninguna crítica antisistema.

Una se hace la absurda pregunta de cómo una mujer así ha podido dirigir a un equipo de más de 100 personas, el de su programa más recordado, La Bola de Cristal. Y más teniendo en cuenta que estaba al mando de gente como Pablo Carbonell, Pedro Reyes o Javier Gurruchaga. Pero cuando Lolo Rico habla de sus trabajos, se transforma ante los ojos de sus escuchantes y se aleja de su imagen "inofensiva". Se crece explicando cómo su programa contenía una clara ideología marxista, a la que ella aún se considera adscrita, y cuenta, con orgullo, cómo el programa reflejaba el cambio sociopolítico que supuso la transición en España.

"¡Viva el mal, viva el capital!"
La escritora define La Movida, cuya estética quedó impresa en La Bola de Cristal, como un movimiento vacío, que aunque era divertido, hizo mucho daño. "Era tan posmodernista que tenía que romper con todo lo anterior". Explica divertida cómo iba reclutando, ya fuera en Rockola o en la peluquería de su barrio, a todo aquel personaje que consideraba potencialmente interesante para el espacio, como le sucedió con Santiago Auserón.

Aunque eché en falta más referencias a La cometa blanca o Un globo, dos globos, tres globos, espacios que aunque quizá no tan "diferentes", también marcaron una época, la charla estuvo plagada de anécdotas curiosas, como las derivadas de la poco ortodoxa manera de trabajar de "Pedro y Pablo" (como ella llama a Reyes y Carbonell), la primera vez que vio a Alaska por la calle ("yo quería para mi programa a aquella chica fascinante con el pelo lleno de trencitas de colores") o los problemas que acarreó su irónica crítica de los colegios privados. Explicó que el título, e incluso la idea para el espacio, surgió aquel día de su infancia en el que su abuela calificó a la radio que ella misma le había regalado, como "cosas de brujas".

La clave que creo que explica la esencia de La Bola de Cristal la dio Rico cuando consideró que los niños no deben entenderlo todo. Porque si lo entienden todo, no se preguntan nada. Querer saber es la filosofía que, para mí, desprendía buena parte de la televisión que tanto disfruté durante los primeros años de mi vida y que la escritora intentó inculcar a esas dos generaciones "tan majas" que entretuvo con el programa.