
- Por haber sido tanto tiempo mi escritora favorita
- Por haber sido tanto tiempo mi escritora favorita
Y no me equivocaba. El VHS tendría que convertirse en accesible para mí antes de que aquel día, años después, camino de casa de otra de mis tías, pudiera pedirle a mi madre que nos alquilara la película en un videoclub y así pudiéramos verla mi hermana, mi prima, ella y yo.
Así es como accedí por fin a My girl, la cinta que iba a convertirse en un referente continuo para mí. Por lo intensamente que me hizo sentir -casi se nos seca el lagrimal a causa de las seis veces que la vimos mientras la teníamos alquilada-, por su banda sonora -el primer CD que me compré-, por ese adorable nerd que interpreta el malogrado Macaulay Culkin -nunca ha interpretado un papel que me haya llegado tanto como el pequeño Thomas-, por la compleja sencillez de la trama, que narra con toda la naturalidad y crudeza el fin de la infancia de una niña en Pennsylvania en 1972 y de manera especial por su personaje protagonista, esa Vada Sultenfuss lista y resabiada -capaz de pronunciar frases del estilo de “Sólo me rodeo de personas a las que encuentro intelectualmente estimulantes”- y al mismo tiempo frágil y desvalida, perdida en un mundo que no entiende y que no encaja con su inocente lógica.
Tan ocurrente, tan singular
Tan él, tan seguro, tan casual,
Tan sorprendente, tan superguay
Tan guay que a su lado
Resultas francamente
Insubstancial
Un par de estrofas tan simples, directas y sonoras como ésta, cinco jóvenes bailando una coreografía quasirobótica vestidos de colores vivos y planos y sobre todo una melodía dulce, tan dulce como el chicle pop que los inunda, fueron motivos más que suficientes para que La Casa Azul me encandilara cuando los encontré, por casualidad, en un programa musical de TV.
El encanto fue creciendo a medida que descubría nuevos temas maravillosos, tan perspicaces, cósmicos e hiperestésicos como Superguay, el primero, videoclips visualmente impecables y repetibles sin riesgo de hartazgo, la salida del cascarón de su verdadero artífice, voz y mente, el introvertido Guille Milkyway y hasta su posible participación en Eurovisión, que me alegro que quedara en un intento truncado.
A pesar de contar con una importante legión de fans (gracias sobre todo a su difusión virtual), la música de La Casa Azul sigue siendo eminentemente minoritaria, sin apenas eco en los medios convencionales, considerada tramposa por el juego de los falsos cantantes (empleado tiempo atrás por The Archies o Boney M) y sobre todo cuyo efervescente sonido chirría en muchos oídos.
Para los míos, la música de Milkyway es, invariablemente, una inyección de placer y de buen humor. Y La Casa azul, el "grupo" español -en cursiva porque no se parece en nada a lo que se considera música española- que más me interesa de los que siguen componiendo hoy en día.
Ten confianza porque aunque tu mente
te hable de puertas cerradas y de soledad,
ése es un engaño temporal y pasajero.
Tu estás destinado a ser luz
para muchos que necesitan
de tu luz y de tu amor.
Dario Lostado
Me hubieran venido bien palabras como éstas el domingo, cuando lo único que tenía en la cabeza era abandonar. Pero menos mal que, aunque muchos lo pensáramos, nadie se atrevió a decirlo. ¡Y CUMPLIMOS CON LO PROGRAMADO!