La bruja de Hansel y Gretel al lado de su casa, Bambi y Tambor en el bosque, Mowgli en las ruinas donde vive King Louie, dálmatas y todo tipo de perros entre números enseñándonos a contar, animales anónimos inmersos en escenas cotidianas, duendes retratados en sus quehaceres diarios... Todos formaron parte de un imaginario fragmentado que sigue intensamente vívido en mi memoria: el de los puzzles de mi infancia.
Piezas una y mil veces montadas y desmontadas, que últimamente están presentes de forma individual o colectiva en los retazos oníricos que me asaltan por sorpresa, convirtiéndose enseguida en deja vu intensos, confusos e incluso físicamente dolorosos.
Ellas no los inician, pero de alguna manera los encabezan, su presencia es continua y principal. Creo que reclaman desde esa posición una atención que ya no les puedo prestar, porque no están conmigo, porque son otras pequeñas manos quienes ahora las manejan y disfrutan y además eso ocurre probablemente cerca de su antigua morada.
Ellas no los inician, pero de alguna manera los encabezan, su presencia es continua y principal. Creo que reclaman desde esa posición una atención que ya no les puedo prestar, porque no están conmigo, porque son otras pequeñas manos quienes ahora las manejan y disfrutan y además eso ocurre probablemente cerca de su antigua morada.
Puzzle como el contenido y forma del texto.
ResponderEliminarLa influencia Disney es fuerte sobre tí
Es como jugar a ke se kema eurodisney e ir a salvar a cada personaje y tan solo salvamos al teniente damm.
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